¿Para qué trabajamos? Seguro que alguna vez te habrás hecho esa pregunta. La respuesta sencilla es “para pagar las facturas”. Pero a buen seguro que, de vez en cuando, también te gusta pagar algo más que no sea obligatorio o de primera necesidad. Siempre que nuestras finanzas acompañen, es posible usar ese excedente de dinero para otras cosas. Para ahorrar, por supuesto, pero sin pasarse, que tampoco queremos ser los más ricos del cementerio, como decía aquel.
Y todos tenemos nuestras aficiones. A unos les gustan los restaurantes caros, a otros los viajes, a otros el Real Madrid y a otros los coches. A mí me gustan también muchas cosas, pero una de mis mayores satisfacciones las encuentro en el hogar y el mobiliario. Mi casa es mi gran tesoro, y más como está el Euribor. Por suerte, yo ya he logrado pagar la hipoteca y no estoy a merced de los vaivenes de la economía, al menos no en este ámbito. Y como me gusta cuidar mi casa, últimamente estoy mirando muebles de exterior de diseño para el jardín.
Lo cierto es que el jardín lo he tenido un poco abandonado el último año. Después de usarlo tanto durante la pandemia, una vez que terminaron las restricciones, me tiré a la calle como todos y dejé los cambios que tenía pendientes en el jardín para más adelante. Pero ahora es el momento que se acerca la primavera y ya he visto varias cosas que me interesan.
Es cierto que los muebles de exterior de diseño no suelen ser baratos. Todo lo que sea de diseño conlleva un precio extra que, generalmente, es justificado porque se trata de una pieza especial. Es cierto que no todos los diseños son igual de acertados y justifican el extra de precio, pero de vez en cuando encontramos maravillas que enamoran, independientemente del precio. Yo estoy prendado con un conjunto de dos sillas y una mesa de jardín de aluminio y recubrimiento de cuerda. Es precioso y casará a la perfección con el resto del mobiliario. Un capricho bien invertido.