Saltar al contenido
Portada » Encontrando Calma en Pontevedra: Mi Camino en el Tratamiento del TDH

Encontrando Calma en Pontevedra: Mi Camino en el Tratamiento del TDH

Vivir con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDH) en una ciudad vibrante como Pontevedra ha sido un viaje lleno de altibajos. Desde niño, la inquietud constante y la dificultad para concentrarme eran mis compañeros inseparables. En el colegio, mientras mis amigos parecían absorber las lecciones con facilidad, yo luchaba por mantener la atención, mis pensamientos dispersándose como hojas en el viento. La impulsividad a menudo me metía en problemas, y la frustración era una constante en mi día a día. No entendía por qué me costaba tanto algo que parecía tan sencillo para los demás.

Fue en la adolescencia, después de muchas evaluaciones y la paciencia infinita de mis padres, cuando finalmente recibí el diagnóstico de TDH. Al principio, sentí una mezcla de alivio y confusión. Por fin había una explicación para mis dificultades, pero también surgía la incertidumbre sobre qué hacer a partir de ese momento. En Pontevedra, afortunadamente, encontré profesionales dedicados que me ofrecieron el apoyo que necesitaba.

El tratamiento para el tdh en Pontevedra ha sido un proceso multifacético. La terapia cognitivo-conductual (TCC) me proporcionó herramientas prácticas para gestionar mi impulsividad, organizar mis tareas y mejorar mi concentración. Aprender a dividir proyectos grandes en pasos más pequeños y manejables, establecer rutinas y utilizar técnicas de mindfulness me ayudó a ganar control sobre mi día a día. Recuerdo las primeras sesiones, donde me enseñaron a identificar mis desencadenantes y a desarrollar estrategias para afrontar los momentos de mayor agitación. Poco a poco, empecé a notar cambios significativos. Podía mantener la atención durante más tiempo, mis niveles de ansiedad disminuyeron y mi capacidad para planificar mejoró notablemente.

Además de la terapia, en algunos momentos también he recurrido a la medicación. Encontrar el tratamiento farmacológico adecuado llevó tiempo y ajustes, pero con el seguimiento constante de mi psiquiatra en Pontevedra, logramos encontrar una opción que me ayuda a regular mis síntomas sin efectos secundarios significativos. Es importante destacar que la medicación para mí no es una «cura», sino una herramienta que, combinada con la terapia y las estrategias de afrontamiento, me permite funcionar de manera más efectiva.

Vivir en Pontevedra también ha tenido sus ventajas en este proceso. La tranquilidad de algunos de sus parques y espacios naturales me ha ofrecido lugares donde encontrar calma y reducir el estrés. Pasear por la Alameda o relajarme en la Illa das Esculturas se ha convertido en parte de mi rutina para gestionar la ansiedad y la hiperactividad. Además, he encontrado grupos de apoyo en la ciudad donde he podido conectar con otras personas que viven experiencias similares. Compartir mis desafíos y escuchar las estrategias que les funcionan a otros ha sido increíblemente útil y me ha hecho sentir menos solo en este camino.

El tratamiento del TDH es un proceso continuo, con altibajos, pero en Pontevedra he encontrado el apoyo necesario para avanzar. He aprendido a conocerme mejor, a aceptar mis desafíos y a potenciar mis fortalezas. Aunque el TDH sigue siendo una parte de mí, ya no define mi vida. He aprendido a navegar por el mundo con mis propias herramientas, encontrando mi propio ritmo y construyendo una vida plena y satisfactoria en esta hermosa ciudad. La clave está en la perseverancia, en buscar ayuda profesional y en rodearse de personas que comprendan y apoyen. Y en mi caso, Pontevedra ha sido un buen lugar para empezar a encontrar esa calma tan necesaria.