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Cuidado renal para mi compañero

Hay noticias que te caen como un jarro de agua fría, sobre todo cuando vienen del veterinario y se refieren a tu compañero de cuatro patas. Hace poco, en la revisión anual de Max, mi perro ya mayor, los análisis de sangre revelaron algo que temía pero no esperaba tan pronto: sus riñones no están funcionando al cien por cien. El diagnóstico fue un golpe duro, una mezcla de tristeza y preocupación inundó mi mente al instante. El veterinario, con mucha calma y profesionalidad aquí en nuestra clínica de Vigo, me explicó la situación y el plan a seguir. Una parte fundamental de ese plan, además de una dieta renal específica, era la necesidad de empezar a darle unos suplementos para la detoxificación renal de perros.

Al principio, la palabra «detoxificación renal» sonaba compleja y un poco alarmante. Pero el veterinario me aclaró que se trataba de productos diseñados para apoyar la función de los riñones de Max, que ahora estaban trabajando con más dificultad. Estos suplementos ayudan a filtrar y eliminar las toxinas que los riñones sanos manejarían sin problema, a controlar los niveles de fósforo (algo crucial en la enfermedad renal) y, en general, a intentar aliviar la carga sobre estos órganos vitales. Entendí que no eran una cura milagrosa, sino una herramienta esencial dentro de un manejo integral y a largo plazo para intentar frenar la progresión de la enfermedad y mantener su calidad de vida.

Así que mi misión inmediata fue clara: tenía que comprar esos suplementos renales. Siguiendo estrictamente la prescripción del veterinario, los adquirí directamente en la clínica. En estos casos, no me la juego comprando cualquier cosa por internet; necesito la garantía de que es el producto exacto, con la formulación y dosis precisas para la condición específica de Max. Sé que estos tratamientos, junto con la comida especial, pueden suponer un esfuerzo económico continuado, pero la salud y el bienestar de mi perro son mi máxima prioridad. Cualquier cosa que pueda ayudarle, merece la pena.

Ahora, hemos instaurado una nueva rutina en casa. Las comidas de Max son estrictamente su pienso renal, y cada día, con la misma disciplina, le administro sus suplementos. Ya sea en forma de pastilla camuflada (con el visto bueno del vete para el «camuflaje») o polvos mezclados cuidadosamente con su comida, me aseguro de que reciba su dosis. Requiere constancia y atención, pero me da la sensación de estar haciendo algo tangible y positivo por él, siguiendo el camino marcado por los profesionales.

La preocupación por su salud sigue ahí, por supuesto, eso no desaparece de un día para otro. Pero ahora se mezcla con una determinación activa y una esperanza renovada. Confío en que, con esta combinación de dieta específica, los suplementos renales y todo el cariño del mundo, Max pueda seguir disfrutando de sus paseos por Vigo, de sus siestas al sol y de nuestra compañía durante el mayor tiempo posible y con la mejor calidad de vida. Es mi compromiso con mi leal amigo.