La temporada baja en Vigo significa una menor masificación turística y la vuelta a la normalidad de los precios. Es la estación preferida para aquellos viajeros que valoran la tranquilidad, el ahorro y la disponibilidad de hoteles y otros servicios. Las principales atracciones del municipio no echan el cierre en estas fechas, por lo que es factible descubrir el Monte do Castro o las islas cíes en octubre.
Los paseos en barco son una forma adecuada de experimentar el slow tourism o turismo lento. Sin la afluencia de viajeros de otras épocas, destinos isleños como Ons, San Simón o el mencionado archipiélago de las Cíes muestran una imagen más auténtica y paradisíaca. Determinadas navieras ofrecen cenas y shows de música a bordo, lo que endulza aún más esta vivencia.
Baiona, Moaña, Combarro, Arcade y otros pueblos pesqueros esconden esa Galicia profunda y tradicional, alejada del turismo convencional, que muchos aspiran a conocer. Degustar la gastronomía típica o asistir a sus celebraciones populares sumergen al viajero en la cultura local. Así ocurre en las fiestas de San Mateo, que se desarrollan a fines de septiembre, o el Día de Todos los Santos, que es un momento perfecto para visitar los principales camposantos y templos cristianos de Vigo.
El otoño huele y sabe a castañas en este municipio gallego gracias a los diferentes magostos que acoge. Los de Teis y del Pazo de Mos destacan entre los más conocidos y apreciados.
Aunque la explosión de color que trae consigo la temporada otoñal puede apreciarse en cualquier espacio natural, el parque de Castrelos es una elección común entre los viajeros. La concentración de robles, plátanos y castaños regala un espectáculo visual en los meses de septiembre, octubre y noviembre. En general, las distintas rutas de A Guieira, Becerreira, Bembrive y otros parques forestales son recomendables para hacer senderismo.