Padres e hijos esperan con ilusión una de las celebraciones más importantes en la vida católica: la primera comunión. Planificarla no es tarea fácil, sin embargo: los servicios a contratar, el envío de invitaciones o la elección del traje o vestido del protagonista conlleva una carga de estrés, difícil de sobrellevar si no se organiza con suficiente antelación.
Por esta razón, al comprar vestidos de comunión niñas y cumplir con otras obligaciones, la planificación es esencial. Cuatro o cinco meses antes de este sacramento, los progenitores deben contactar con diseñadores y boutiques especializados en ropa y complementos para comuniones. Estos profesionales podrán asesorar a los padres más indecisos y ayudarles a tomar la decisión correcta. Así, la experiencia será más disfrutable y sus resultados, mejores.
El estilo del traje o vestido debe armonizar con los gustos del pequeño comulgante. En caso de realizar una elección equivocada, el niño/a podría sentirse incómodo o avergonzado, lo que ensombrecerá uno de los días más memorables de su infancia. La variedad de opciones es extensa, no siendo complicado encontrar un look que entusiasme a hijos y padres por igual.
La influencia de los complementos en el resultado final es crítica. Al seleccionar los sombreros, bolsos, pajaritas, guantes, etcétera, se aconseja tener presente el color dominante de la indumentaria, así como el tono del pelo, los ojos o la piel del comulgante. De este modo, se evitarán molestas estridencias. A fin de cuentas, la primera comunión es un acto solemne.
Otra de las claves para planificar este día es establecer un límite presupuestario, útil para filtrar los servicios de catering, fotografía o animación infantil que podrán contratarse. El emplazamiento de la fiesta posterior también es crítico. A ella acudirán los familiares, amigos y otros allegados, por lo que su ubicación debe ser accesible para todos los invitados.