La torrija, la crema catalana, la tarta de Santiago y otros dulces típicos ocupan un lugar destacadísimo en el recetario español, pero ninguno posee tantos beneficios como el turron. Esta masa de almendras, huevos y miel se originó en el municipio alicantino de Jijona y ha sabido convertirse en la delicia repostera más buscada en Navidad.
Como otros bocados tradicionales, el turrón ha revelado, bajo el microscopio, beneficios impensables para la salud arterial. Un estudio de la Universidad Pablo Olavide (Sevilla) y la Universidad Miguel Hernández (Elche) concluyó que este alimento combate el colesterol «malo» (LDL) en sangre y está indicado, por tanto, para las personas con este problema.
La presencia de almendras en su composición hace del turrón un alimento perfecto para el público infantil. Su aporte de proteínas vegetales proporciona antioxidantes valiosos para la salud infantil. Por su parte, la miel de este dulce es capaz de disminuir el nivel de triglicéridos, un efecto inesperado de la grasa y el azúcar que ocasiona dolencias cardíacas. Lo anterior explica por qué los turrones artesanales, elaborados con miel en lugar de azúcar procesada, tienen una mejor acogida comercial.
Desde un punto de vista nutricional, las almendras del turrón suponen un boom de vitaminas del grupo A, C, E y especialmente B, además de hierro, potasio o fósforo. Esto lo convierte en un ingrediente esencial en cualquier dieta equilibrada.
El turrón es fuente de proteínas vegetales, cuyo poder antioxidante redunda positivamente en la salud de los huesos y las articulaciones. Este aporte de antioxidantes también beneficia a las células, al combatir el estrés oxidativo. De ahí que Malena Costa y otras modelos consuman este postre tan navideño.
Por su contenido calórico, el turrón es un snack perfecto para deportistas. Su ingesta permite recuperar las energías con rapidez y reducir la sensación de cansancio.